Hablar en la cama ¿seduce o fastidia?
Para algunos, un suave susurro eriza la piel. Para otros, una palabra "sucia" es erotizante. Y siempre están los que prefieren el silencio. Claves para generar el mejor efecto, según el perfil del amante.
Las parejas vibran y se mueven al son de las palabras dichas en el momento del juego amatorio. Animarse a hablar en la cama con nuestra pareja es hacer uso de un recurso valioso que bien merece ser tenido en cuenta, siempre y cuando, exista acuerdo entre las partes.
Posee un doble efecto en nuestra boca. Estimula los sentidos y representa un acto de congruencia con los deseos: lo siento y lo digo.
Volver loco a un hombre en la Cama hablando?
El grito femenino erotiza?
Es frecuente que quien tome la iniciativa sea la mujer. Ellas, quienes durante largo tiempo hicieron silencio, comenzaron a decir, a expresar las sensaciones y sentimientos, primero con vergüenza, luego con libertad y audacia.
Los primeros sonidos provenían del corazón: amor, afecto, pasión y una mezcla de emociones en consonancia con el placer.
Después vinieron aquellas palabras "sucias" que los hombres sólo permitían a las mujeres que consideraban de “mala reputación", o del "puti club".
Después vinieron aquellas palabras "sucias" que los hombres sólo permitían a las mujeres que consideraban de “mala reputación", o del "puti club".
Con el paso del tiempo y los avances en materia de género, las mujeres consiguieron que las palabras las representaran es su dignidad y en todo tipo de expresión de su mundo propio, incluyendo el sexual.
Por otro lado, los hombres tuvieron que adaptarse a los cambios y aceptar que las mujeres podían demandar ternura y pasión desenfrenada incluso hablar en la cama después de un encuentro sexual apasionado.
Por otro lado, los hombres tuvieron que adaptarse a los cambios y aceptar que las mujeres podían demandar ternura y pasión desenfrenada incluso hablar en la cama después de un encuentro sexual apasionado.
Hablar sin cansar
En el sexo es el cuerpo el que habla y tiene el protagonismo supremo. Todo lo que se diga debe acompañar en forma equilibrada el accionar erótico. Así, las palabras pueden decir emociones, fantasías, guiar al compañero, pedir o preguntar. El secreto está en cómo se dice y cuánto se dice.
Muchas veces el tono imperativo o la frase reiterada pueden sonar molestos y romper el clima del encuentro. En otros casos, la no respuesta o el quedarse mudo puede indicar desinterés o frialdad.
Perfiles de hablantes
Los hombres histéricos hablan mucho y hacen poco, los narcisistas pareciera que se autoestimulan con sus halagos y los miedosos, antes de decir, preguntan.
Las mujeres se juegan y hablan. Las histéricas usan frases fuertes para impactar y complacer, basándose en la idea de que “todo hombre necesita una mujer a sus pies”. En cambio las sumisas, más pasivas en la cama, se dejan dominar por las frases y acciones de los hombres.
En síntesis, los perfiles de personalidad también se muestran en la cama. Hay personas que no saben jugar con las fantasías y las confunden con datos reales. Y no es raro que pregunten: ¿y con quién hiciste eso?.
Acabar para continuar
Después del orgasmo comienza otra etapa: los cuerpos se relajan y las palabras vuelven al marco de lo cotidiano. Sin embargo, prolongar el acto con abrazos, ternura, comentando cómo se sintieron y cómo se sienten ahora, suele ser muy reconfortante y hasta el preámbulo para un nuevo encuentro sexual.
Hay parejas que se quejan - y con toda la razón- de que lo poco que se habla después del orgasmo, como si todo terminara con el gemido del clímax y chau...andate o a dormir !
Autor: doctor Walter Ghedin. Médico psiquiatra y sexólogo.
Fuente: entremujeres